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Jesús De Nazareth


Esta semana no me cobijé en los placeres de viajar y disfrutar de muchos ambientes distintos a mi cotidianidad. Contrario a ello, me quedé al pie de la lucha de Jesús a quien hoy todo le debemos. No es mi intención criticar hoy a aquellos que salen de viaje y diversión, sino exaltar y felicitar a aquellos que le dan el valor que esta semana merece, por su significado.

Jesús de Nazareth, el personaje más afamado de la historia, no sólo es un nombre del cual existen muchos registros sino un ser real que existió y al cual le brindamos honra y adoración. Muchas son las denominaciones que profesan su fe en Él, y aún con las diferencias, siempre lo tenemos como la piedra angular de nuestra religión. La Semana Santa es la oportunidad perfecta para hacernos fuertemente a nuestros sentimientos cristianos, no hay una mejor oportunidad para expresarle a Dios las gracias porque su hijo lo hizo por mí.

El catolicismo en Baranoa, ayer justo después de la Eucaristía de Lavatorio de pies, emuló la misma calle ejecutada hace siglos cuando el salvador transitaba con su cruz y era abucheado y humillado por las palabras de aquellos de los que él se refería como los que “no saben lo que hacen”. Esta vez, la calle de honor consistió en interiorizar e imaginar su paso, diciéndole desde el alma (en vez de toda clase de groserías), “gracias Señor porque Tú lo hiciste por mí”, y literalmente sentí cómo mi piel se erizó ante magnífica representación.

Hoy Viernes Santo, más allá de un día de descanso, de prohibiciones de comer ciertos alimentos, de abstinencia de fiestas y licores, recordamos la pasión y muerte de Jesús, quien terminada la tarde, yacía inerte en un sepulcro aún cuando por su perfección nada debía. Su madre y su discípulo amado estuvieron a sus pies, en su agonía y en su dolor: ¡No puedo ni imaginar el dolor de una madre al ver cómo su hijo es torturado por llevar el mensaje del Padre a los mortales! María estuvo siempre con Él mientras el alma de Jesús predicaba a los espíritus encarcelados. Tres días después, el sepulcro estaba vacío y el Salvador venció a la muerte y a Satanás.

Esta semana se conmemora para mantenernos inamovibles en nuestra fe, para recordar su inmenso sacrificio y asistir a los eventos que mucho amor preparan en la iglesia de Dios. Antes, era común ver procesiones de cuadras llenas, sin embargo, los tiempos han cambiado y existen muchas distracciones, razón por la que invito a los que permanecemos al pie de la lucha de Jesús que nos mantengamos reflexivos y agradecidos. Elegimos recordarle en vez de viajar, y eso quiero y anhelo que hagamos todas las personas que aceptamos que Él es el Salvador de la humanidad, a quien todo le debemos, por quien fueron creadas todas las cosas. No olvidemos nunca la gratitud por su sacrificio.

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