Se baraja ‘la cuota católica conservadora’ para las presidenciales del 2018
Después de todo el revuelo que generó la presunta aplicación de unas cartillas con la “ideología de género” encriptada en ellas en la pasada administración de la cartera de Educación, a cargo de la ahora ex ministra Gina Parody, vienen las consecuencias del proselitismo que adelanta el catolicismo conservador, el sector que representa una mayoría en nuestro país y que ahora tendrá su “cuota católica” en las próximas presidenciales. Qué más podría esperarse después de todo el estruendo que sectores conservadores hicieron el año pasado por una “ideología de género” que jamás existió, estruendo que no sólo fue mediático sino que volcó a los creyentes fervorosos a las calles para protestar por la “protección de la familia” y la “integridad de los niños”, adjudicándole una presunta “homosexualización” —cuyo término en realidad no existe— al Estado por promover políticas públicas que “atentaban” contra la identidad de género tradicionalmente acogida por la sociedad. No se asombren que luego de todo el escándalo originado por la ilustre diputada Ángela Hernández, las senadoras Paloma Valencia, Viviane Morales y la representante a la Cámara por Bogotá, María Fernanda Cabal, hoy se barajen nombres como el de Alejandro Ordóñez y el del pastor y líder cristiano costeño David Name Orozco, como la cuota católica conservadora de cara a las elecciones del próximo año. Al parecer, el pueblo colombiano, y más específicamente sectores religiosos no han entendido el concepto de “Estado laico” que bien explicado está en la Constitución de 1991, y si no se acuerda, pues aquí les dejo el artículo 19 de la Carta Magna para que haga memoria: “se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley”. En ese orden de ideas, es absurdo, incompetente, retrógrado, y me atrevería a decir que hasta medieval, que personajes como estos dos sujetos, con pensamientos que datan de la europa perseguidora del siglo XV, puedan postular sus nombres, y más con ideas ultraconservadoras en un país donde se supone se garantiza toda libertad de expresión, para los cargos de presidente y vicepresidente de la República. La comunidad católica en Colombia es grande, pues representa casi el 93 % de la creencia de los colombianos. Estos datos asustan, no sólo por el hecho de que de las 34.899.945 de personas que estuvieron aptas para votar en el pasado plebiscito, al menos 32 millones de ellas serían católicas, y esto lo hago haciendo un cálculo estadístico pobre. ¿Qué implicación tienen estas cifras? Que en las próximas elecciones, no nos debería sorprender terminar en octubre con un presidente cuya tesis de grado fue Presupuestos fundamentales del Estado católico y un vice que se hace llamar pastor; terminar con “católica” como la única creencia aceptada por el Estado, y eso, en el mejor de los escenarios. ¿Hemos retrocedido en el tiempo? Vendrá el 2018 y lo sabremos.